¿Y ahora?

Se puede decir que, después de que la CIDH viera indicios de violación a los derechos humanos en el caso de Asel y resolviera su admisibilidad, existen razones para el optimismo. Aún así, el camino para ganar la causa es largo, difícil, pesado y caro; e imprescindible, si Asel desea lograr su absolución, limpiar su nombre y antecedentes, y borrarlo de la lista de Interpol.

Junto con darle la noticia, Jaime Madariaga no ocultó la realidad a Asel: para seguir adelante, sería indispensable lograr respaldos, a poder ser, de organizaciones internacionales por los derechos humanos. Al saberlo, Asel comenzó a buscar ayuda en su terreno natural, entre escritores, e inmediatamente recibió la respuesta de la presidenta de la Asociación Vasca de Escritores (EIE) Garbiñe Ubeda. Junto a ella, El PEN Club Vasco también se mostró dispuesto a aportar algo, y las cosas han empezado a moverse.

Puestos a pensar qué hacer, en diciembre de 2019 mismo iniciaron la búsqueda de vías para visibilizar el caso y de otros apoyos. Fruto de esa campaña es esta misma web, y la llamada difundida entre escritores y artistas vascos. La respuesta no se ha hecho esperar y, nada más comenzar, se han logrado más de 80 adhesiones, entre ellas, nombres muy conocidos de la cultura vasca, como Bernardo Atxaga, Fermin Muguruza, Juantxo Skalari, Unai Elorriaga, Miren Agur Meabe, Ana Galarraga, Harkaitz Cano, Asier Serrano, Koldo Izagirre, Joxe Azurmendi, Itziar Ituño… Y, claro, quienes desde el principio se pusieran en primera línea, Garbiñe Ubeda, Fito Rodriguez, John Andueza, Kote Camacho, Urtzi Urrutikoetxea y Dabid Martínez.

En la parte institucional, también se ha recibido un respaldo importante, que puede tener gran peso político en la CIDH: el Secretario General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco Jonan Fernandez se ha mostrado dispuesto a ayudar en el caso.

Si el camino recorrido hasta ahora ha sido largo y lento, no será breve ni rápido el que se abre delante. Ahora da inicio la fase de fondo, que primero precisa de un informe que exige un gran trabajo y, a medida que el caso avance, su abogado deberá comenzar a viajar a Washington, donde se encuentra la sede de la CIDH. Un periplo que se prolongará por varios años, con la meta de lograr lo que pocas causas consiguen: que el caso llegue hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y que dicha Corte condene al Estado chileno por la persecución en contra de Asel Luzarraga.

Sin embargo, el momento es propicio. El 18 de octubre de 2019 la sociedad chilena estalló. Cayó el disfraz del experimento que hasta entonces se mostraba como el modelo para el mundo del capitalismo exitoso en Latinoamérica, y quedaba a la vista lo que escondía: una desigualdad social de escándalo, la riqueza y el poder acumuladas en las manos de unos pocos latifundistas y empresarios, represión salvaje, persecución política, violación sistemática de los derechos humanos…, y un gobierno, el de Sebastián Piñera, dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para seguir por la misma senda. La propia sociedad chilena en su conjunto ha podido ver de cerca lo que el pueblo mapuche viene padeciendo por siglos. No solo verlo, sino que lo han sentido en propia carne: cientos de personas han perdido los ojos a manos de Carabineros, muchas han sido asesinadas, violadas, torturadas, desaparecidas…, bajo un terrorismo sistemático que no se veía desde tiempos de Pinochet, con la protección sin ambages del Estado.

Lo que ahora se visualiza en las ciudades de Chile no es más que el último capítulo de una cadena muy larga, el caso de Asel tan solo un pequeño eslabón, de ninguna manera el más grave, pero sí uno que en estos momentos puede llegar hasta las instituciones internacionales de derechos humanos, para demostrar que ese poquito que algunos medios ahora se atreven a mostrar no es más que una mínima porción de lo que han silenciado durante años.

Los estados han acallado la voz de muchas otras personas; los ataques contra la libertad de expresión y conciencia, contra pueblos y culturas no tiene fin, y lo que en 2009 sucediera a Asel y cosas más graves pueden sucederte a ti mañana, si no las has sufrido antes.

Primeros rayos de luz de un largo camino